Es increíble ver cómo nuestra Presidenta del Gobierno intenta enmascarar las cifras del paro creando empleo precario y mal remunerado. Es increíble ver cómo se anuncia desde el Servicio Navarro de Salud que no se puede equipar la nueva UCI del Complejo Hospitalario por falta de presupuesto. Es increíble leer que se va a reducir el horario de la Oficina de Turismo de Estella (y otras) mientras la ciudad aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es increíble leer todas esas cosas prácticamente en el mismo día, cuando todavía tenemos reciente el escándalo de las dietas de la CAN, las dobles, las triples y las que sean. Y es increíble que, también en el mismo día, leamos que el fallido Museo de los Sanfermines promovido por la entonces alcaldesa de Pamplona, se ha cobrado la friolera de casi cuatro millones de euros de dinero público a cambio de nada de nada.
Y si ya es increíble que eso ocurra, más increíble aún es que nadie tenga responsabilidad alguna por esos cuatro millones de euros perdidos que, utilizando su misma demagogia, podían haberse destinado a la educación, a la sanidad y a las prestaciones sociales de los más desfavorecidos.
Si con lo que se está haciendo sufrir a la población, no hay forma humana de conseguir que alguien pague política y económicamente por ese expolio, es que nuestra sociedad no está basada en la igualdad, sino en el desequilibrio prepotente de unos pocos alumbrados que campan a sus anchas, haciendo y deshaciendo, pavoneándose y restregándonos su impunidad.
Y por si fuera poco, la cosa no acaba ahí, porque ya me gustaría saber cuánto nos han costado otros frustrados proyectos, como la Ciudad de la Seguridad o la Ciudad de la Carne.
Ni un ápice de vergüenza, ni un atisbo de arrepentimiento. Nadie se sonroja, nadie se responsabiliza, nadie entona el “mea culpa”, nadie pide perdón, nadie dimite, nadie paga, nadie podemos denunciar y judicializar estas situaciones para obtener un mínimo de satisfacción y de justicia.
¿Nadie siente la misma impotencia que yo?
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