Parece que el Gobierno está un poco acojonado con las decisiones de los Tribunales Constitucionales de los países de nuestro entorno, que han puesto en entredicho, y en algunos casos han obligado a echar marcha atrás, algunos de los recortes y decisiones que se han tomado en los últimos tiempos. El caso de más trascendencia fue el de Portugal, hace ya unos meses, así que nuestro Gobierno se ha encargado de situar sus fichas en el tablero, recomponiendo un Tribunal Constitucional plagándolo de compinches que, llegado el caso, le hagan el caldo gordo.
Así que este nuevo ciclo conservador del Tribunal Constitucional, prueba irrefutable de que la separación de poderes en nuestro país es de las mentiras más gordas que anidan en nuestros libros de texto, tendrá que ser el que dé el visto bueno a la política del tijeretazo con la que Rajoy no ha dejado títere con cabeza en estos dos años: reformas laborales, repagos, congelaciones de sueldos y pensiones, supresión de pagas, tasas judiciales, etc. Y a las que vendrán, que todavía no hemos tocado fondo, empezando por la anunciada reforma del sistema de pensiones.
Y como todo está atado y bien atado, tendremos que aguantarles durante los próximos nueve años, porque no hay posibilidad de cambios significativos a no ser que se desplome el actual bipartidismo, hasta que en el 2022 el Gobierno de turno vuelva a hacer de las suyas.
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