Ayer finalizó el plazo para la presentación de candidaturas a las Elecciones Sindicales de 2011. Desde el S.P.A., presente en la pasada legislatura sindical en el ámbito del Servicio Navarro de Salud - Osasunbidea y en Administración Núcleo, hemos intentado ampliar el número de unidades electorales en las que formar listas, para que la voz de los administrativos llegue a todos los rincones de la Administración.
Somos conscientes de nuestras limitaciones, pero aún así, además de en los ámbitos mencionados en los que ya teníamos representación, hemos conseguido presentar candidaturas en el Servicio Navarro de Empleo y en el Instituto Navarro del Deporte. Hemos echado el resto en Hacienda Tributaria de Navarra, donde, a pesar de no haberlo conseguido, tenemos que agradecer el esfuerzo de quienes han mostrado su interés y nos han apoyado en el intento.
Lo cierto es que la legislatura sindical que estamos a punto de cerrar ha sido de las más nefastas de los últimos tiempos, por no decir que ha sido la que se ha llevado la palma. Comenzamos por no haber podido firmar un Acuerdo con la Administración, debido fundamentalmente al nulo interés de ésta en hacerlo. Posteriormente se consiguió firmar un Acuerdo de mínimos para los años 2010 y 2011, Acuerdo marcado por la grave crisis que azota a nuestro país y a todas las Administraciones Públicas. Y, finalmente, el "zapaterazo" de las medidas adoptadas por el Gobierno Central para el control del déficit, seguido a pié juntillas por el Gobierno de Navarra, echó por tierra el mencionado Acuerdo.
Qué poco vimos defender al Gobierno de Navarra la singularidad de Navarra, el carácter esencial de nuestra autonomía. Gobierno de Navarra que, en otros casos, acude hasta el Tribunal Constitucional, y que con nuestra rebaja y posterior congelación de sueldos no hizo sino aprovechar la coyuntura, aplicar tal cual los mandatos estatales, y olvidarse de gamazadas, peculiaridades, singularidades y pactos. Roto el Acuerdo 2010 y 2011, debido fundamentalmente al ataque a nuestro poder adquisitivo y a la paralización de las ofertas públicas de empleo, dos de los pilares del malogrado pacto, hemos agotado la legislatura sin un Acuerdo real de defensa de nuestras condiciones laborales.
El panorama que nos presenta la actual crisis para los años por venir no es demasiado halagüeño. Sin el aliciente del empleo nuestra economía no mejora, ni tiene visos de hacerlo en un futuro inmediato, lo que afecta al consumo y favorece la recesión. Los bancos siguen a lo suyo, a la misión de acaparar dinero y hacer oídos sordos a las demandas de la sociedad, a las que además echan la culpa de una situación que ellos mismos han creado. Y algunos sindicatos, que han mirado para otro lado mientras el empleo caía a límites insospechados, han dado la espalda a sus propios representados, poniéndose del lado de un gobierno afín a su ideología, a quien no pueden atacar por las prebendas y subvenciones que le adeudan, y que no han hecho sino emborronar la percepción que la sociedad tiene del sindicalismo.
Y en este tenso ambiente llegan las Elecciones Sindicales de 2011 en la Administración. Y llegan también las elecciones autonómicas. No sabemos quienes serán los próximos interlocutores, tanto de uno como de otro lado, pero siempre que se abre un nuevo periodo legislativo, sindical y político, nuestro deber es hacer llegar a los trabajadores la esperanza ante un nuevo reto, y animarles a participar y a decidir quiénes quieren que estén a cada lado de la mesa. No hay que olvidar que sois vosotos quienes tenéis la capacidad de nombrar a vuestros representantes, tanto políticos como sindicales. Este derecho, que en algunos países es deber, es el que tiene que animarnos a acudir a las urnas, es el que tiene que convencernos de que tenemos que participar, porque nadie va a defender nuestros derechos sino nosotros mismos.
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