El Gobierno central consiguió ayer sacar adelante en el Congreso de los Diputados el Decreto-ley que aprueba las medidas de recorte para la reducción del déficit público. Se planteban dos votaciones: la primera de ellas dio el visto bueno a las medidas y la segunda el rechazo a que fueran tramitadas como proyecto de ley. En los dos casos los votos se repartieron de la misma forma: por un lado los 169 diputados del PSOE, por otro los 168 del PP, PNV, ERC, IU, ICV, BNG, NaBai y UPyD, y las 13 abstenciones de CIU,CC y UPN.
No vamos a entrar a valorar las razones de cada uno de ellos para emitir su voto, pero lo que creemos que es más grave es lo de la segunda votación. Es perfectamente entendible que se permita la aprobación de las medidas mediante la abstención, pero no se entiende que se impida su tramitación como proyecto de ley, cuando esta opción permitía su debate y remiendo. No se entiende que quienes se abstuvieron estuvieran en contra de las medidas pero permitiesen su aprobación como mal menor y, sin embargo, no estuvieran dispuestos a su tramitación por la vía de la negociación parlamentaria en lugar de por la vía del decretazo.
Creemos que los partidos abstencionistas no han dicho la verdad, únicamente ven la oportunidad de aprobar unas medidas que les encantan, que ellos mismos no se atrevían a tomar y que de esta forma consiguen que se produzcan sin coste político para ellos. Pero ¡ojo!, el ciudadano no es tan tonto como parece y sabe leer entre líneas, es más, cada vez lee más la letra pequeña, porque está harto de que intenten engañarle constantemente.
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