Isak Andic, en su toma de posesión como Presidente del Instituto de Empresa Familiar, fundado en 1992, ha realizado unas declaraciones en las que reclama, para los empleados públicos, una retribución variable y una estabilidad laboral similar a la de los asalariados del sector privado, de lo que se deduce que desea que los funcionarios podamos ser despedidos de manera objetiva por motivos económicos, organizativos, tecnológicos o de producción, al igual que cualquier trabajador.
Pero, ¿quién es Isak Andic? Se trata de uno de los fundadores y principal accionista del grupo catalán de moda “Mango”, que cuenta en la actualidad con más de 700 tiendas en 72 países del planeta. Es la segunda mayor fortuna de España y está entre los 300 del mundo según la revista Forbes. Una persona hasta ahora discreta, sin apenas apariciones públicas, al que su nuevo cargo le ha llevado a rebelarse contra el estatus vitalicio y el poder adquisitivo de los funcionarios.
¿No éramos los funcionarios quienes, con nuestra estabilidad laboral, manteníamos el consumo en esta época de crisis? Pues este señor parece dispuesto a que ni siquiera nosotros, rotos nuestros bolsillos y nuestra seguridad laboral, seamos quienes contribuyamos a evitar la debacle del consumo en este país.
Por mi parte, no pienso ir a gastarme ni un duro a sus tiendas, no vaya a ser que me “manguen”, y que no me vaya enterando del resto de empresas familiares de su institución, porque si callan otorgan, y obraré en consecuencia. Hemos caído en la trampa, todos contra todos y sálvese quien pueda.
No me extraña que el consumo se haya desviado de las tiendas a los mercadillos, de los productos de marca a los blancos, y hasta las ventas de vino Don Simón hayan crecido considerablemente porque ya no nos parece tan malo, o el bueno tan bueno.
Estas actitudes y declaraciones, que por otro lado muestran su conformidad con la nueva Reforma Laboral, no hacen sino enfrentarnos unos a otros, no hacen sino ver la paja en el ojo ajeno y hacer pagar la crisis a quienes nada han tenido que ver con sus causas ni causantes.
Así vamos a solucionar el país, dando consejos a los demás y metiéndonos en sus intereses. Pues ahí va uno y encima con rima:
Reparte, amigo, reparte,
que ya has recogido bastante.
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