Está claro que la palabra de moda en Navarra, por lo menos en lo que llevamos de año, es "dieta". Mientras los ciudadanos las sufrimos en el Complejo Hospitalario, los de “la casta superior” las gozan en la CAN (que Dios la tenga en su gloria). Mientras unos adelgazamos por su culpa, otros están cada día más orondos, por lo menos en sus emolumentos.
Es curioso cómo es el castellano: “dieta”, la misma palabra para dos cosas tan enfrentadas hoy en día; también “orondo” tiene lo suyo porque, además de “gordo”, es sinónimo de “presuntuoso”, adjetivo del que curiosamente también presumen nuestros políticos; y “presunción”, además de presumir, también forma parte del ámbito del derecho y la justicia, que es lo que queremos que se les aplique con máximo rigor, tanto a los que nos están dejando escuchimizados, como a los que se están cebando a nuestra costa, que, casualmente, son los mismos. ¡Qué lío!
Enredando en internet, he encontrado que “dieta”, como término relacionado con la alimentación, viene del griego y significa “régimen de vida”, mientras que “dieta”, como término relacionado con remuneración, viene del alemán “Die tag” que significa “día de pago”. Ahí queda eso, la culpa, como no, de griegos y alemanes. ¡Qué pesadilla!
El caso es que, tal vez, la próxima edición del diccionario de la Real Academia, al definir “dieta mediterránea”, además de la definición relacionada con el régimen alimenticio de la cuenca del “Mare Nostrum”, tenga que incluir algo como “emolumento sangrante muy extendido entre los políticos de la cuenca mediterránea, especialmente entre los de la piel de toro”; y como otra acepción, “dieta Mediterránea” (con mayúsculas la segunda), sería un "conato de manduca que se sirve en los centros sanitarios públicos navarros".
Rebuscando, rebuscando, en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española he encontrado dos palabras preciosas para las dos vertientes de “dieta”: para la dineraria “momio” y para la culinaria “sambumbia”. ¡Buscad, buscad!
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