Esepeadas 16.0 (Ya no quedan mejillas)

Después de varios meses de mandato del nuevo Gobierno de Navarra, ya nos van dado suficientes muestras de por dónde van a ir los tiros en esta nueva legislatura.

Lo primero que se palpa en el ambiente es que muy pocos dan un duro por la continuidad del pacto UPN-PSN. Parece como si todos estuviéramos esperando a ver cuándo salta por los aires. Son ellos quienes se encargan de mostrar constantemente sus diferencias, para después, sin ruborizarse siquiera, intentar convencernos de lo bien avenidos que están, un besito de Judas, y aquí paz y después gloria. UPN se arrimó de nuevo al PP, para desconcierto del PSN, y éstos, tras la nueva tregua de ETA, vuelven a lanzar guiños de cambio a los grupos nacionalistas. Habrá que esperar a los resultados de las generales, y ver en qué acaba todo esto.

Hemos asistido al reparto del pastel, al recuento del estado de las arcas forales y, ¡oh sorpresa!, que ya no hay pasta ni para choricear. Así que a recortar gastos se ha dicho. Pero aquí lo de recortar gastos no significa analizar, decidir y priorizar, significa seguir igual, pero no pagarlos, y que sean las empresas y los comercios los que “recorten ingresos”. Seguimos con las mismas empresas públicas, perdón, con una más que ahora agrupa a todas ellas. Seguimos haciendo juergas allende los mares, que no aportan nada a nuestra economía, viajes a tutiplén por España y Europa, proyectamos museos insospechados y hacemos planes “modernos” para la Navarra de 2030, sin saber todavía cómo va a acabar la de 2012. Y creamos “ciudades” de todo lo habido y por haber, de la carne, de la seguridad, de la música, de la innovación, ciudades de todo tipo, excepto la más importante, la “Ciudad de los Ciudadanos”. Así nos va.

 

Y hablando de Ciudadanos. Éstos, igual pueden pasar sin tanta infraestructura y servicios sanitarios; les podemos dar medicamentos más baratillos, aunque no sepamos si son igual de buenos; la comida hospitalaria, por mucho que los propios médicos defiendan que es parte del tratamiento, mejor de empresas privadas; también podemos contratar menos médicos y enfermeras, y menos administrativos en los Centros de Salud y oficinas; da igual si se disparan las listas de espera y se amontonan los enfermos en salas y pasillos; además, siempre podemos darle un hachazo al laboratorio y así, si no hay muestras ni análisis, no hay enfermedades. Prohibido ponerse enfermo bajo riesgo de muerte.

 

¿Y la educación? ¿Cuánto daño ha hecho la educación y la cultura a los políticos? Mejor dar un pasito atrás. Nada, nada. Menos profesores, menos material para los Centros, nada de subvenciones a grupos culturales, alargamos la celebración de eventos, todos tontos y dirán amén. Prohibido ser culto bajo riesgo de suicidio colectivo.

 

Y a estos funcionarios, como no se quejan de nada, les volvemos a aplicar una nueva congelación, que bastante suerte tienen con ser fijos para lo vagos que son (aunque ya estoy pensando en poderlos echar, volver al siglo XVIII, y que cada uno se rodee de sus propios vagos fanáticos – Plan Moderna dixit más o menos). Además ¿no quieren sueldo fijo y de por vida?, pues toma, contentos deberían estar con que les dejemos con el mismo sueldo durante toda su vida.

 

Y nos cargamos las OPE’s, pero todas, todas. Las que habíamos firmado que íbamos a elaborar, y las que están ya aprobadas. Y hasta las convocatorias que ya están en marcha. Y a los 12.000 ilusos que soñaban con, a pesar del Plan Moderna, tener un sueldo fijo y vitalicio, que esperen a mejor ocasión, que si para todos no hay, para ellos menos. Y revisamos todas las plazas previstas y quitamos las que nos parezcan.

 

Pero no se vayan todavía, aún hay más. A pesar de haber anunciado a los cuatro vientos que no había pasta para nada, que el tema de sueldos, nóminas, o cualquier cosa que supusiera un incremento en estos conceptos, era imposible, pero imposible, imposible… Va y resulta que nos lo estaban jurando por Snoopy, y va y nos lo creemos.

 

Así que además de pisotearnos, de bajarnos los sueldos, de congelárnoslos durante, por ahora, dos años seguidos, de liarse a tijeretazos aquí y allá, resulta que sale a la luz el escándalo de las dietas, no pasa nada, y nos la meten doblada: se crean un complemento especial para ellos solos, no dicen nada de lo que supone de carga para el Presupuesto, lloriquean diciendo que se han bajado el sueldo no sé cuánto, que tienen que dar de comer a sus hijos, y asunto zanjado. ¿Va alguien a investigar el asunto de las dietas? ¿O es que están todos de mierda hasta las orejas, y nadie se atreve a salirse del tiesto? Hoy por ti y mañana por mí, y mientras tanto colleja para el de abajo.

 

El otro día, al hilo de la bajada de sueldos de los altos cargos, comentaba una compañera que le recordaba a cuando se compró su primer coche: el del concesionario estaba empeñado en convencerle que el crédito que ellos le ofertaban, al 8,1%, salía mucho mejor que el de la entidad financiera, al 7,1% (aunque nunca fiando porque estamos como para fiarnos de los bancos). ¿Dónde ha quedado aquello de que la responsabilidad va inherente al cargo, al puesto que se ocupa? Si no la quieres, no lo cojas, pero no le pongas precio.

 

Lo cierto es que lo primero que nos viene a la cabeza es que alguien, no sé si ellos o nosotros, se perdió el capítulo aquel de Barrio Sésamo, en el que Coco enseñaba lo de cerca y lejos, adelante y atrás, bajar y subir. Antes lo de subir para arriba y bajar para abajo era redundante, ahora resulta que algunos lo cuestionan y que es perfectamente posible bajar para arriba y subir para abajo. Vivir para ver, y ver para creer.

 

Cuando algo hay que explicarlo tantas veces, malo, malo, malo, aquí hay gato encerrado (pareado).

 

Lo que está claro es que el veneno, en pequeñas dosis, no se nota, y así, la gente no explota (otro pareado).

 

Llevamos ya cuatro largos años inmersos en una crisis que no hemos creado y que, sin embargo, además de sufrirla, tenemos que pagarla. Seguimos empeñados en capitalizar a los bancos en lugar de capitalizar a los ciudadanos, autónomos, pymes y empresas. Seguimos gastando un dinero que no tenemos en que cada pueblo tenga su polideportivo, su piscina, su museo, su biblioteca, su autopista, su aeropuerto, su tren de alta velocidad, su universidad… infraestructuras necesarias, muchas de ellas, pero si se emprenden de forma racional. ¿Cuántos pueblos no han podido abrir sus piscinas este verano, porque no podían costear su mantenimiento? ¿Cuántas infraestructuras se ha tenido que “comer con patatas” el Gobierno, porque las entidades locales e incluso la iniciativa privada, no podían mantener el proyecto? Ahora es el Baluarte quien se queja, mañana vendrán otros. ¿Y los estudios de viabilidad y de mercado?

 

Lo malo es que todavía no se ve la luz al final del túnel. ¿Qué podemos hacer? Queremos que nos aportéis vuestras ideas y opiniones. Ya no nos quedan mejillas que poner.

 

Pamplona, 15 de noviembre de 2011.

LA JUNTA DIRECTIVA DEL S.P.A.