lunes, 31 de marzo de 2008

ESEPEADAS 3.0 (El "Funcionarius Foralis")

En un análisis de la situación laboral de la Administración en general, hemos adivinado algo que ya intuíamos: somos una especie en peligro de extinción, nos están arrinconando a base de reducir nuestro espacio laboral hasta conseguir nuestra desaparición, y como no hagamos lo posible por impedirlo, el "funcionarius foralis" pasará a ser solo un recuerdo.

1. El malestar laboral

La relación laboral se ha ido degenerando con el paso de los años, llegando a la situación actual en la que parece prácticamente imposible que los sindicatos lleguemos a un acuerdo con la Administración, que sea satisfactorio para los trabajadores.

La Administración se mantiene en una postura de fuerza frente a los sindicatos, proponiendo migajas en forma de inaceptables modelos de carrera profesional y de fórmulas de revisión salarial que repercuten negativamente en nuestro poder adquisitivo, a la vez que se aseguran, para ellos y sus cargos de confianza, unos buenos pellizcos económicos y la independencia de sus sistemas retributivos de las ataduras estatutarias.

Y todo ello ante la pasividad del propio Parlamento Foral, que aprueba sin objeciones las leyes que les garantizan la cobertura legal de sus propias medidas, con independencia de los cauces establecidos para conseguir una negociación colectiva digna.

A lo que hay que añadir la continua aplicación del "divide y vencerás": desde el desmembramiento de nuestra representación sindical en innumerables ámbitos, mesas y foros de todo tipo, hasta las concesiones de reivindicaciones laborales para puestos de trabajo o colectivos concretos, en lugar de su aprobación para todo el personal.

2. Las restricciones de personal

El segundo paso de la estrategia general de la Administración para la consecución de sus fines es la restricción paulatina de personal.

Se intenta por todos los medios acabar con la aplicación de la formación y perfeccionamiento de la plantilla, realizando pruebas exageradas conjuntamente con las convocatorias externas de acceso, ralentizando el sistema y haciendo prácticamente desaparecer las listas formativas.

Se están incrementando el número de convocatorias que se declaran desiertas, mediante exámenes desorbitados que suponen la búsqueda de eminencias en lugar de una selección de personal cualificado que, en la mayor parte de los casos, ya está realizando dignamente esas funciones con contratos temporales. Plazas desiertas que, por cierto, no se mantienen, sino que, en general, se absorben en la siguiente Oferta Pública de Empleo.

Las solicitudes de creación de plazas de los Departamentos no son atendidas, teniendo que buscar alternativas de empleo para prestar el servicio. Alternativas que, además de la insistente contratación de personal temporal (que en ocasiones es vitalicia), pasan por la contratación de becarios (que ejercen funciones laborales reales en lugar de formación),  las cada vez más numerosas encomiendas a empresas públicas (que encubren una necesidad real de personal) y la externalización de servicios al ámbito privado (que es la punta del iceberg de la extinción futura del “funcionarius foralis”).

3. La degradación del servicio

El siguiente paso, consecuencia del malestar y de la restricción de personal, es la degradación en la prestación de los servicios públicos: expedientes que no se resuelven, ralentización en la tramitación de autorizaciones administrativas, silencios administrativos que provocan desinformación constante en el administrado, caducidades, prescripciones ..., que no hacen sino agravar la percepción que de nosotros existe en la sociedad, y que incide negativamente en la defensa y reivindicación de nuestros derechos ante la opinión pública.

La gestión y administración de los recursos públicos se degrada, la eficiencia del personal disminuye, y deja vía libre al hachazo final de la Administración:

4. La externalización de servicios

Con todo este caldo de cultivo provocado y dirigido, la Administración consigue su objetivo: el beneplácito de la sociedad para la privatización de los servicios públicos.

El objetivo parece claro aunque se realice gradual y pausadamente para no levantar sospechas ni suspicacias. No son necesarios ejemplos, que los hay y abundantes, y no dejaremos de padecer otros nuevos, con el agravante de que la estrategia genera el consentimiento del Parlamento Foral y de la sociedad en general.

Una trama simple pero eficaz para corromper los servicios en general, desprestigiar a sus trabajadores en particular y, con la venia, privatizar el sector público.

5. La reflexión

Todo resulta exagerado para quien no lo quiere reconocer: la capa de ozono, el efecto invernadero, la emisión de gases, los casquetes polares (que por cierto ahora son noticia), y también los “funcionarius foralis”. Toda una destrucción de nuestro hábitat laboral y social con nuestro particular “meteorito extingue-dinosaurios”.

Desde el SPA estamos abiertos a vuestras sugerencias para poder informar y denunciar públicamente ante la sociedad, el nuevo ente público que se está gestando desde la Administración, con el beneplácito de todas las Instituciones Forales (no sabemos dónde están los organismos de control, léase Cámara de Comptos, Defensor del Pueblo, etc.).

Mientras tanto, los sindicatos seguimos siendo denigrados por las mismas Instituciones que simulan fomentar la participación, la sindicación y la negociación colectiva.

Así que, aunque sea tirarnos piedras sobre nuestro propio tejado, parece más eficiente que utilicéis vuestros recursos económicos particulares en Greenpeace o similares, que tal vez sean mejor tratados que nosotros por la Administración, y puedan salvar al “funcionarius foralis” de la extinción.

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