Estoy absolutamente convencido de que en el mundillo sindical, hay los mismos porcentajes de chorizos e impresentables que en el político, el periodístico y en cualquier otro que se nos ocurra. Pero una de las manías de este país es generalizar y tachar a todo un colectivo de algunas actitudes despreciables cometidas por algunos de sus miembros, actitudes que normalmente son innatas, y que seguramente cometerían independientemente del colectivo al que pertenecieran.
Podrán existir los sindicalistas "jetas" que se aprovechen de sus horas sindicales o de sus liberaciones para dedicarse a otros menesteres, o a ninguno y vivir del cuento, y éstos serán siempre noticia, pero no podemos hacer de su desvergüenza una "condición", ni construir con ello el retrato robot de todo un grupo.
Pero el descrédito que estamos sufriendo todos los sindicalistas, y también los afiliados, y los votantes, no es fruto únicamente de generalizaciones, sino una campaña orquestada que intenta enfrentar a los trabajadores y separarlos de sus representantes. Porque únicamente somos eso, los representantes legales de nuestros compañeros de trabajo, y todo lo demás es humo.
Denunciemos y demostremos esas actitudes que nos desprestigian, cambiemos las leyes si no estamos conformes con la representatividad sindical de este país, pero no lancemos acusaciones gratuitas, no generalicemos.
Y nosotros, trabajadores, no hagamos el caldo gordo a esos políticos, periodistas, empresarios, etc. que, cada cierto tiempo, nos ponen en el punto de mira de sus propias incapacidades y de sus traumas enfermizos, porque, si lo hacemos, nos habrán ganado la batalla.
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